10
Aunque tienes tu escabel, prefieres que tus pies reposen, junto a los más pobres, más bajos y perdidos.
Cuando trato de inclinarme ante ti, mi reverencia no llega nunca a alcanzar la profundidad donde tus pies reposan junto a los más pobres, más bajos y perdidos.
Nunca puede el orgullo aproximarse a ti, que andas con la ropa del harapiento entre los más pobres, más bajos y perdidos.
Mi corazón no puede nunca encontrar su senda por donde tú caminas sin más compañía que la de los más pobres, más bajos y perdidos.
35
Donde el amor nada teme y se lleva alta la cabeza;
Donde el saber es libre;
Donde los mezquinos muros de las casas no han roto el mundo en fragmentos;
Donde las palabras surgen de lo profundo de la verdad;
Donde el esfuerzo incansable alza sus brazos hacia la perfección;
Donde el claro fluir de la razón no ha perdido su cauce en el triste arenal del desierto de la costumbre muerta;
Donde la mente, informada por ti, se encamina a un pensamiento y una acciòn ascendentes...
Permite; Padre mío, que mi país despierte en ese cielo de libertad.
39
Cuando mi corazón esté duro y reseco, desciende a mi con un chubasco de compasión.
Cuando se me haya perdido la gracia de mi vida, ven con el estallido de una canción.
Cuando el trabajo tumultuoso eleve su estrépito por todas partes, cerrándome el más allá, ven a mi, señor del silencio, con tu paz y tu sosiego.
Cuando mi corazón mendigo se acurruque escondiéndose en un rincón, fuerza la puerta, rey mío, y ven con toda la ceremonia y la pompa que te corresponde.
Cuando el deseo ciegue mi alma con engaños y polvo, ven con tu luz y resplandor, vigilante sagrado.
Rabindranath Tagore. 1861-1941