Salí de Cuba la mañana del 22 de julio de 1970 y llegué a Madrid en la madrugada del día 23. En mi pasaporte había un sello que decía: Salida definitiva, esa frase recordaba al portador que no había vuelta atrás.
No podría enumerar la cantidad de veces que he llorado echando de menos, no ya al terruño, sino a mis familiares y amigos. Tardé 12 años en reencontrarme con mi madre. Sólo quien ha pasado por este trance puede entenderlo.
En estos días Cuba vuelve a ser noticia, las relaciones entre U.S.A. y la isla parece que se normalizan, y yo me digo: ¿Dónde quedan los miles de fusilados, los ahogados en el mar buscando un futuro mejor, los presos que aún siguen en las cárceles castristas por el simple hecho de no querer pensar como ordena el oficialismo? Tanto nadar para morir en la misma orilla.
A veces me preguntan si volvería a Cuba, y aunque hubo un tiempo en que lo deseé ahora digo que no, la Cuba que yo conocí, la de mi niñez y primera juventud ya no existe, sólo queda en mi recuerdo y en las de otras personas que, como yo, fuimos excluidas por pensar diferente. Como decía hace poco una de mis amigas del exilio, lo que sucedió en Cuba sólo le ha importado a nuestros padres que fueron los que perdieron lo que habían conseguido con su trabajo y esfuerzo y a nosotros, sus hijos, a quienes les fue arrebatada la infancia.
No voy a decir, porque sería mentira, que toda Cuba era como el vídeo que he puesto, pero ni siquiera en los barrios pobres que visitaba había tal cantidad de desechos como hay actualmente en lo que se considera La Habana Vieja, edificios de la época de la colonia que no han recibido ningún tipo de reparación en los últimos 56 años se caen a diario, muchas veces con víctimas mortales. El último derrumbe ocurrió hace sólo unos pocos días muriendo entre otras personas una nena de 3 años. Y mientras estas cosas ocurren, la familia Castro, sus allegados y colaboradores directos viven en palacetes de Miramar, antiguo barrio de la Alta Sociedad Cubana. Y la señora Mariela Castro hija del dictador Raúl se permite llamar a la oposición "grupitos de ignorantes" pagados por el "imperialismo". Ellos, que han vivido siempre pagados, primero por la extinta U.R.S.S y ahora por Venezuela y ya andan buscando a quien poder arrimarse para seguir viviendo su dulce vida sin soltar el poder.
Ojalá algún día se haga justicia.
Ojalá algún día se haga justicia.