Documental de 2014 que rememora la visita de Bette Davis al festival de San Sebastián donde recibió el Premio Donostia en 1989.
Me dio mucha pena ver el estado físico en que se encontraba la actriz poco tiempo antes de fallecer, pero por lo que han contado las distintas personas con las que tuvo relación en los días que duró su visita a la ciudad donostiarra se ve que la Sra. Davis conservaba el mismo carácter de su juventud: tenaz y exigente consigo misma. A pesar de que apenas tenía fuerzas nunca quiso que la vieran en silla de ruedas y los responsables del certamen se las arreglaban para dejar mesitas y otros elementos para que ella pudiera ir apoyándose.
Siempre he sido una gran admiradora de esta actriz, me fascina en Jezabel, la odio en La Loba o en La Carta, me gusta su vis de comediante en El hombre que vino a cenar o en Novia de Junio.
He leído alguna biografía de ella donde se cuenta la relación que tenía con su madre, una mujer a la que nunca le negó nada lo mismo que a su hermana, las relaciones que tuvo con distintos hombres y que al parecer la que más le marcó fue la que tuvo con William Wyler, el director que mejor partido le supo sacar y con el que pudo haberse casado si hubiera abierto a tiempo una carta que él le había enviado, sus deseos de ser madre lo que al fin consiguió cuando nació su hija B.D. aunque años después la hija escribiera un libro donde ponía a su madre de ejemplo poco ejemplar y valga la redundancia, acción que le valió quedar fuera del testamento y como decía mi difunta madre: "Allá ellos que son blancos", yo prefiero seguir disfrutando de sus películas, de sus acciones en la vida no seré yo quien tenga que juzgarla.