Que Dios me perdone, pero no puedo dejar de alegrarme por la partida hacia el infierno de ese personaje que tanto daño hizo a mi tierra natal y a miles de compatriotas. Lo que el 1º de enero de 1959 pudo haber sido un sueño se convirtió en una pesadilla para gran parte del pueblo cubano.
Lamento que mis padres no estén ya conmigo,ambos murieron en el exilio, y papá, que aunque nacido en Canarias, siempre se sintió cubano, no en balde vivió 51 años allá, murió con el deseo de regresar a su Cubita la bella, como él la llamaba.
Yo ya me puedo morir tranquila, porque aunque no regrese nunca más, he visto lo que mis padres esperaron por tanto tiempo.
Sólo espero que las cosas comiencen a cambiar, el hermanísimo también tiene sus buenos años y ya las familias de ambos estarán luchando por el poder, como los tiburones que se destrozan entre sí.